Comentario
En el Imperio babilónico la religión estuvo fuertemente asentada en la vida social y política, dado el carácter nacional y oficial del culto. No obstante, se puede considerar que existía una religión oficial y otra popular. La primera estaba bajo control del Estado y los principales templos, guardianes de la ortodoxia y la tradición en la que se sustentaba su propia razón de ser como instituciones. A grandes rasgos, podemos decir que la religión en Babilonia es heredera de los planteamientos sumerios y acadios y que se caracteriza por su politeísmo -manifestado en su complejo panteón-, antropomorfismo y sincretismo -acogiendo numerosas creencias y deidades de origen extranjero-.
La segunda manera de entender o vivir la religión, la popular, está muy alejada de la oficial. El individuo babilónico participa muy marginalmente de los cultos oficiales, con excepción de las celebraciones del Año Nuevo y el culto a Ishtar. Para el común de la población son más importantes sus dioses personales, así como el amplio conjunto de creencias mágico-religiosas en las que busca consuelo y remedio frente a la enfermedad o la acción de los espíritus malignos. Amuletos y ritos exorcistas fueron las principales herramientas utilizadas por el pueblo babilonio para combatir la enfermedad o la desgracia.